
LA TECNOLOGÍA Y LOS NIÑOS (VÍDEO)
La tecnología evolucionó gracias al ser humano, le dimos el poder de involucrarse en nuestra sociedad y provocar cambios importantes para la historia. Sin embargo, le dimos la oportunidad de dañar a las futuras generaciones con su variante, las pantallas. Carolina Peréz es una educadora de párvulo de la Universidad Católica de Chile y máster en educación en la Universidad de Harvard, miembro de la comunidad "Sin pantalla" se dedica a dar charlas sobre los riesgo de la exposición a temprana edad a las pantallas, en una de sus recientes entrevistas, la cual la dio a La Tercera habló sobre este controversial tema.
Carolina a lo largo de la entrevista toca puntos diferentes pero que tienen un factor en común, las pantallas. Expertos en adicciones hablan sobre una crisis, pues los niños ya no sienten atractivo a las actividades al aire libre, sino que prefieren quedarse en casa a jugar videojuegos, ver dibujos animados o diferentes actividades que se obtienen al usar tecnología. Este problema tiene un culpable que toma el papel de antagonista si se combina con las pantallas, que es la dopamina. La dopamina, comúnmente conocida como la sustancia de la felicidad, segrega un leve placer al hacer cosas que sean del agrado personal, como leer un libro jugar a la pelota, sin embargo, el psicólogo social Adam Alter advierte que un cerebro joven - también uno adulto, pero ellos no sufren daños graves - recibe un torrente de dopamina al exponerse a pantallas, les hace sentir de maravilla a corto plazo, aunque a largo plazo adquieren mayor tolerancia y quieren más.
Los padres juegan un importante rol en la crianza de un niño, y son ellos los que le dan la facultad de seguir utilizando la tecnología bajo pobres argumentos carententes de fuentes válidas, como que los niños aprenderán más, que no es mentira pero los adultos no estimulan su aprendizaje para que busquen lecturas en la web que sean realmente educativas, sino que los dejan solos y se le da un mal uso, que es usarlo solo para entretención. Otro problema, es que les compran dispositivos tecnológicos a temprana edad, niños de 5 años jugando Angry birds o algún videojuego aleatorio es común de ver, desconocen que los expertos como Amanda Céspedes, una neurosiquiatra infantil que recomienda que antes de los cinco años, los niños no deberían emplear dispositivos digitales como medio de entretención y/o de comunicación. Entre los 6 y los 12 años, el empleo de dispositivos (tabletas, smartphones, etc.) debería ser menor a dos horas por día, sumando entretención y trabajo escolar. En adolescentes, estar conectados a redes sociales no debería superar las tres horas por día y, en lo posible, parceladas. Mientras más temprano se inician los niños en el uso de tecnologías digitales, menos se desarrollan habilidades sociales tales como la capacidad de leer la mente del otro a través de la mirada, la lectura de claves no verbales, la pragmática (adecuar con rapidez la conducta al contexto), la empatía y la atención espacial (recoger velozmente datos del contexto). Disminuye el empleo de reglas sociolingüísticas (dar las gracias, pedir permiso, sonreír) y se privilegia el contacto social fugaz. Es increíble que un padre común no sepa aquello, incluso gúrus tecnológicos como Steve Jobs, creador de Apple, conoce estos riesgos, en una entrevista en The New York Times en 2010, aseguró que prohibía a sus vástagos utilizar su recién creado iPad. “En la escala entre los caramelos y el crack, esto está más cerca del crack” mencionó.
No solo los niños se ven perjudicados con tan alarmantes cifras, sino que los adolescentes no se salvan. Un estudio reciente de la Universidad de Los Andes, revela que, a mayor uso del celular, peores notas en el colegio. Además, el uso del celular aumenta los problemas relacionados con el uso impropio de las redes, como el “ciber-bullying” y la salud mental de los alumnos. Durante Julio del 2019, la ministra de educación, Marcela Cubillos lanzó una encuesta sobre el uso de celulares en la sala de clases, sorpresivamente, el 70% reconoció usarlos en el aula, lo que distrae al alumno del profesor, haciendo que lo preste atención y su rendimiento académico se vea afectado.
La pornografía es otro peligro que hay en internet, los adolescentes la consumen por curiosidad o ya sea por morbo. La mayoría de los expertos en sexualidad que analizan la pornografía concuerdan en que deforma la realidad, ya que en la mayoría de las escenas aparecen expresiones de violencia. Asimismo, elimina todo componente emocional y muestra una relación de sometimiento de la mujer hacia el hombre. Los efectos negativos que tiene es que, en primer lugar, el consumo de pornografía en adolescentes puede producir una falta de crítica. Los jóvenes, especialmente en la primera parte de este periodo, carecen de un desarrollo intelectual completo. Por ende, lo más probable es que no tengan una capacidad crítica necesaria para evaluar correctamente su entorno. Al observar contenido pornográfico, es posible que no puedan reconocer que la acción no es real y que no necesariamente refleja la sexualidad humana. Esto puede derivar en efectos negativos sobre su propia sexualidad. Por otra parte, es habitual que los adolescentes imiten lo que ven. Por ende, podrían intentar tener una sexualidad que es irreal e insana, que a largo plazo pueden generarles disfunciones y complejos. En último término, en toda relación es primordial el respeto mutuo y el entendimiento de que existe una igualdad. No obstante, con la pornografía existe el peligro de que los jóvenes desarrollen un concepto erróneo sobre los roles de género en las relaciones sexuales.
En síntesis, el uso sin restricción e irresponsable conlleva efectos negativos para los niños y jóvenes, tanto en aprendizaje como en conductas precoces y erróneas sobre la sexualidad. Los padres deben tomar conciencia al daño que exponen a las futuras generaciones al permitirles el uso de pantallas a temprana edad, que en lugar de darles un teléfono se dediquen a jugar con ellos y estimular su cerebros de maneras sanas y no dañinas.